Nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. Sus padres fueron
Domingo Belgrano, genovés, y Josefa González Caseros, porteña.
Realiza sus primeros estudios en el Colegio de San Carlos. En 1787 estudia Leyes en Salamanca, España.
En 1793 se gradúa en Valladolid, y lo nombran Secretario Perpetuo del Consulado que se establecería en Buenos Aires.
Realiza sus primeros estudios en el Colegio de San Carlos. En 1787 estudia Leyes en Salamanca, España.
En 1793 se gradúa en Valladolid, y lo nombran Secretario Perpetuo del Consulado que se establecería en Buenos Aires.
En 1797 es el Capitán de las milicias en Buenos Aires.
Hasta 1806 se dedica al estudio de idiomas y del Derecho Público y Economía.
A partir de 1807 participa de las acciones revolucionarias y de emancipación.
En 1810 escribió el “Ideario Libertador”
Participó en las luchas por la emancipación, en las derrotas de Paraguay y Tacuarí, los triunfos de Las Piedras, Salta y Tucumán, la creación de las baterías Libertad e Independencia y otras muchas operaciones militares.
En 1812 es nombrado Brigadier del Ejército, se establece en Rosario, y después de inaugurar las Baterías Libertad e Independencia, crea la escarapela, y luego, a orillas del Paraná, crea la Bandera Nacional, que es izada el 27 de febrero en la isleta Independencia.
Marcha hacia el Alto Perú con la instrucción de hacerse cargo del Ejército del Norte.
El 24 de septiembre de 1812, después de la victoria de Tucumán, designa a la “Virgen de las Mercedes” como generala del Ejército Patriota.
En 1813 dona sus sueldos para la creación de cuatro escuelas.
En 1813 sus fuerzas son derrotadas en Vilcapugio y Ayohuma. Desmoralizado y enfermo trata de reorganizar su ejército. En 1814 es relevado del mando por San Martín. Regrasa a Buenos Aires
1815 Parte hacia Europa con Rivadavia. Regresa al país en 1816 y se dirige hacia el norte a cooperar con Güemes.
En 1818, desalentado, pobre y con su físico deteriorado, se retira del ejército.
En 1819 se radica en Tucumán, pero su enfermedad empeora y viaja a Buenos Aires en grave estado, mientras los problemas de desunión nacional lo desalientan aún más.
El 20 de junio de 1820 muere el Creador de la Bandera Nacional. El día anterior había entregado a su médico su reloj de oro, que era todo el bien que le quedaba, de su entrega a la Patria y a su emancipación.
En 1810 escribió el “Ideario Libertador”
Participó en las luchas por la emancipación, en las derrotas de Paraguay y Tacuarí, los triunfos de Las Piedras, Salta y Tucumán, la creación de las baterías Libertad e Independencia y otras muchas operaciones militares.
En 1812 es nombrado Brigadier del Ejército, se establece en Rosario, y después de inaugurar las Baterías Libertad e Independencia, crea la escarapela, y luego, a orillas del Paraná, crea la Bandera Nacional, que es izada el 27 de febrero en la isleta Independencia.
Marcha hacia el Alto Perú con la instrucción de hacerse cargo del Ejército del Norte.
El 24 de septiembre de 1812, después de la victoria de Tucumán, designa a la “Virgen de las Mercedes” como generala del Ejército Patriota.
En 1813 dona sus sueldos para la creación de cuatro escuelas.
En 1813 sus fuerzas son derrotadas en Vilcapugio y Ayohuma. Desmoralizado y enfermo trata de reorganizar su ejército. En 1814 es relevado del mando por San Martín. Regrasa a Buenos Aires
1815 Parte hacia Europa con Rivadavia. Regresa al país en 1816 y se dirige hacia el norte a cooperar con Güemes.
En 1818, desalentado, pobre y con su físico deteriorado, se retira del ejército.
En 1819 se radica en Tucumán, pero su enfermedad empeora y viaja a Buenos Aires en grave estado, mientras los problemas de desunión nacional lo desalientan aún más.
El 20 de junio de 1820 muere el Creador de la Bandera Nacional. El día anterior había entregado a su médico su reloj de oro, que era todo el bien que le quedaba, de su entrega a la Patria y a su emancipación.
Hasta que Manuel Belgrano enarboló por primera vez la
bandera nacional en la Villa del Rosario, el 27 de febrero de 1812, tanto los
ejércitos patriotas como los realistas utilizaban los colores rojo y amarillo
de España en sus estandartes. El origen del celeste y blanco tiene un
antecedente religioso (también hay otras hipótesis). Eran los colores de la
Virgen María en su Purísima e Inmaculada Concepción, a la que se representaba
vestida de blanco con un manto celeste, representando el celeste es el color del
cielo. La Virgen era la patrona del Consulado, donde Belgrano era su máxima
autoridad. Y se cree que esa institución llevaba como divisa una bandera
celeste y blanca.
Un poderoso rey español del siglo XVIII, Carlos III, creador del Virreinato del Río de la Plata, fundó una Orden que se identificaba con los colores celeste y blanco, con la misma disposición de nuestra bandera: dos franjas celestes a los costados y la blanca en el centro. El general creyó que hacía falta diferenciar un bando de otro, y estimular a la tropa con un símbolo propio. Se cree que la adopción del celeste y blanco también se debió a la imitación de los de la escarapela, creada el 18 de febrero de 1812.
El celeste y blanco pasó pronto a ser adoptado por los porteños. Juan Martín de Pueyrredón y sus hombres ya llevaban cintas de ese color durante las Invasiones Inglesas. Las habían tomado del Santuario de la Virgen de Luján. Belgrano, al decidirse por esos colores, no hizo más que respetar una vieja tradición popular.
Los colores de la escarapela, que luego serían los de la bandera, tienen otro antecedente: eran los que identificaban a los miembros de la Sociedad Patriótica (grupo político y literario de civiles y militares identificados con las ideas de Mariano Moreno). Como sus miembros fueron desplazados de la Junta en 1811, pasaron a la oposición. Y el Primer Triunvirato eligió el celeste y blanco para la escarapela con una disposición distinta de esa Sociedad. Esta última los disponía de este modo: celeste, blanco, celeste. La primera escarapela, se supone, era blanca, celeste y blanca.
Cerca de Macha, en Bolivia, se encontraron dos banderas que se supone eran las que llevó Belgrano hasta el Alto Perú durante su campaña militar. Una tiene la franja central celeste, y la otra, blanca. El Ejército del Norte juró obediencia a la Asamblea del Año XIII con una bandera blanca y celeste. Y esta enseña recién se enarboló en el mástil del Fuerte en 1815. Hasta entonces, allí, flameaba la bandera española. El Congreso de Tucumán, en 1816, adoptó la bandera celeste, blanca y celeste como símbolo nacional que identificaba a una nueva Nación. La presencia del sol en el centro de la bandera la adoptó el Congreso, reunido en Buenos Aires, en 1818. Este sol es el mismo que aparecía en la primera moneda nacional acuñada por la Asamblea del Año XIII y luce 32 rayos flamígeros. La bandera con el sol es la “bandera mayor” de la Nación, y solo pueden lucirla los edificios públicos y el Ejército. Los particulares exponen la bandera sin el sol en el centro.
Un poderoso rey español del siglo XVIII, Carlos III, creador del Virreinato del Río de la Plata, fundó una Orden que se identificaba con los colores celeste y blanco, con la misma disposición de nuestra bandera: dos franjas celestes a los costados y la blanca en el centro. El general creyó que hacía falta diferenciar un bando de otro, y estimular a la tropa con un símbolo propio. Se cree que la adopción del celeste y blanco también se debió a la imitación de los de la escarapela, creada el 18 de febrero de 1812.
El celeste y blanco pasó pronto a ser adoptado por los porteños. Juan Martín de Pueyrredón y sus hombres ya llevaban cintas de ese color durante las Invasiones Inglesas. Las habían tomado del Santuario de la Virgen de Luján. Belgrano, al decidirse por esos colores, no hizo más que respetar una vieja tradición popular.
Los colores de la escarapela, que luego serían los de la bandera, tienen otro antecedente: eran los que identificaban a los miembros de la Sociedad Patriótica (grupo político y literario de civiles y militares identificados con las ideas de Mariano Moreno). Como sus miembros fueron desplazados de la Junta en 1811, pasaron a la oposición. Y el Primer Triunvirato eligió el celeste y blanco para la escarapela con una disposición distinta de esa Sociedad. Esta última los disponía de este modo: celeste, blanco, celeste. La primera escarapela, se supone, era blanca, celeste y blanca.
Cerca de Macha, en Bolivia, se encontraron dos banderas que se supone eran las que llevó Belgrano hasta el Alto Perú durante su campaña militar. Una tiene la franja central celeste, y la otra, blanca. El Ejército del Norte juró obediencia a la Asamblea del Año XIII con una bandera blanca y celeste. Y esta enseña recién se enarboló en el mástil del Fuerte en 1815. Hasta entonces, allí, flameaba la bandera española. El Congreso de Tucumán, en 1816, adoptó la bandera celeste, blanca y celeste como símbolo nacional que identificaba a una nueva Nación. La presencia del sol en el centro de la bandera la adoptó el Congreso, reunido en Buenos Aires, en 1818. Este sol es el mismo que aparecía en la primera moneda nacional acuñada por la Asamblea del Año XIII y luce 32 rayos flamígeros. La bandera con el sol es la “bandera mayor” de la Nación, y solo pueden lucirla los edificios públicos y el Ejército. Los particulares exponen la bandera sin el sol en el centro.
Manuel
Belgrano enarboló por primera vez la bandera nacional en la ciudad de Rosario
el 27 de febrero de 1812, la cual fue confeccionada por doña María Catalina Echevarría
de Vidal. En una nota, Belgrano comunicó que “…siendo preciso enarbolar
bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los
colores de la escarapela nacional”. El 23 de agosto de 1812, en la torre del
templo de San Nicolás, por primera vez en Buenos Aires se hace tremolar la
bandera de la patria.
Le tocó al Congreso de Tucumán la gloria de sancionar el decreto, que no fue ley, de legalizar la enseña en uso. A los nueve días de declarada la Independencia, se sintió la necesidad de aprobar oficialmente la bandera, en cuya defensa ya habían muerto muchos cientos de argentinos.
Nacida la nueva Nación a la vida independiente, por la solemne voluntad de los pueblos que la componían, esa medida no podía postergarse por más tiempo.
El 18 de julio de 1816, en el acta de la sesión del día, el diputado por Buenos Aires, Juan José Paso pidió que se fijase y se jurase la bandera nacional.
Dos días después, se trató la importante ponencia y se resolvió por decreto que la bandera sería azul celeste y blanca y se la adoptó como símbolo patrio.
Para glorificar la bandera como corresponde, el 8 de junio de 1938, el Congreso sancionó una ley que fija como Día de la Bandera y lo declara feriado, el 20 de junio, aniversario de la muerte de su creador, Manuel Belgrano.
Le tocó al Congreso de Tucumán la gloria de sancionar el decreto, que no fue ley, de legalizar la enseña en uso. A los nueve días de declarada la Independencia, se sintió la necesidad de aprobar oficialmente la bandera, en cuya defensa ya habían muerto muchos cientos de argentinos.
Nacida la nueva Nación a la vida independiente, por la solemne voluntad de los pueblos que la componían, esa medida no podía postergarse por más tiempo.
El 18 de julio de 1816, en el acta de la sesión del día, el diputado por Buenos Aires, Juan José Paso pidió que se fijase y se jurase la bandera nacional.
Dos días después, se trató la importante ponencia y se resolvió por decreto que la bandera sería azul celeste y blanca y se la adoptó como símbolo patrio.
Para glorificar la bandera como corresponde, el 8 de junio de 1938, el Congreso sancionó una ley que fija como Día de la Bandera y lo declara feriado, el 20 de junio, aniversario de la muerte de su creador, Manuel Belgrano.
En cuanto
a la elección de los colores se han formulado multiplicidad de hipótesis de los
historiadores. Algunas de ellas son:
Sentiniento
religioso: Los colores
celeste y blanco figuran en el manto de la Virgen María. Belgrano rindió culto
a la Virgen de Luján; bajo cuya advocación se inició el Consulado de Buenos
Aires.
Concepción ideológica: El azul (azur o blao en el arte heráldico o blasónico) simboliza los ideales de justicia, verdad y fraternidad, señalados en nuestro escudo por el campo superior. de la elipse.
Concepción poética: El azul y el blanco tendrían origen en la concepción poética que los presupone como inspirados del cielo y las nubes.
Tradicionalismo local referido al escudo de la ciudad de Buenos Aires: Ambos colores tienen su antecedente en la Colonia. El color celeste figura en los cuarteles de los escudos de México (1523), Perú (1537), Bogotá (1548), Chile (1552), etc. En el de Buenos Aires; fijado por el gobernador Jacinto de Cariz el 5 de noviembre de 1649, los colores cielo y plata -es decir celeste y blanco- aparecen con el emblema del Espíritu Santo y el puerto. Los dos barcos fueron agregados en 1810.
Cruz y banda real: Figuraban en ambos símbolos de la orden de Carlos III, y figuraron también, como insignia de la soberanía castellana y aragonesa, en la banda de los Reyes Católicos. Los partidarios de Fernando VII y la Junta Gubernativa los emplearon en oposición al rojo de los partidarios de José Bonaparte.
Insignia del Consulado: La bandera izada al frente deI Consulado -instalado en Buenos Aires el 2 de junio de 1794- ostentaba los colores celeste y blanco, los mismos del manto de Ia Virgen, protectora de la Corporación.
Distintivo patriota durante las invasiones inglesas: Fue el celeste el color de los moños, lazos y cintas que utilizaron desde el 14 de julio de 180ó para reconocerse entre ellos. Lo usaron en los ojales del chaleco o la casaca.
Colores predilectos en los regimientos de 1806 y 1807: El celeste y el azul fueron los colores predilectos de los regimientos organizados para rechazar a las tropas inglesas, en especial, de aquéllos que fueron constituidos con el elemento criollo: Húsares de Pueyrredón, Cazadores Correntinos, Patricios do Buenos Aires, Pardos, etc.
Telas del invasor inglés: El azul fue el color que predominaba en Ias telas que en gran cantidad y como botín de guerra se tomaron a las fuerzas inglesas, una vez vencidas después de la invasión. Estas telas sirvieron para confeccionar los uniformes de los nuevos regimientos coloniales.
Divisa de Sociedades. Secretas y Patrióticas: El color celeste fue típico en las cintas que como divisa usaron los componentes de Sociedades Secretas y Patrióticas (1810 y 1811),
Rebozos de Las damas porteñas: Los rebozos -capas, pañolones, mantos, mantones etc.- y las flores -violetas y junquillos prendidos en el ppecho-, señalaron la predilección por ambos colores, el blanco y el azul.
Divisa de French. y Beruti: Las cintas que French y Beruti distribuyeron el 25 de Mayo, como es sabido, fueron de los mismos colores que los patriotas para distinguirse entre ellos, habían ostentado el 22, día del memorable Cabildo Abierto.
Color blanco, símbolo de unión; rojo, de oposición: En algunos relatos de la época de la Revolución de Mayo “Diario de varios sucesos, 181Ó”, “Revolución de Bs. As: acaecida el 21 de mayo de 1810″ que. concluyó eI 25 propio” y otro tercero, también anónimo, fechado en “Córdoba, 4 de junio de 1810″, así como las “Memorias curiosas”, 1717-1855, de Juan Manuel Beruti -hermano de Antonio Luis-, y las “Memorias” de Belgrano; se hacen aparecer patriotas usando cintas de color blanco, como símbolo de unión entre “europeos y patricios” y “españoles y americanos”, y aun cintas rojas o encarnadas color de sangre, como símbolo de guerra contra alguna oposición que hubiera, a favor del virrey”.
Divisa de los morenistas: En oposición a los saavedristas, tal como consta en el sumario instruido a raíz de la asonada del 5 y 6 de abril, Ios morenistas utilizaron cintas azules y blancas.
Color incásico: E1 azul constituyó color predilecto en los ornamentos de los Incas del Perú.
Influencia de otras ideas revolucionarias: El azul -excluido el rojo como color dominante en la insignia española- habría sido tomado de la nueva bandera de Francia, país al quepertenecían muchos de los escritores, filósofos, economistas, etc., de cuyas ideas se nutrieron los prohombres de Mayo.
Concepción ideológica: El azul (azur o blao en el arte heráldico o blasónico) simboliza los ideales de justicia, verdad y fraternidad, señalados en nuestro escudo por el campo superior. de la elipse.
Concepción poética: El azul y el blanco tendrían origen en la concepción poética que los presupone como inspirados del cielo y las nubes.
Tradicionalismo local referido al escudo de la ciudad de Buenos Aires: Ambos colores tienen su antecedente en la Colonia. El color celeste figura en los cuarteles de los escudos de México (1523), Perú (1537), Bogotá (1548), Chile (1552), etc. En el de Buenos Aires; fijado por el gobernador Jacinto de Cariz el 5 de noviembre de 1649, los colores cielo y plata -es decir celeste y blanco- aparecen con el emblema del Espíritu Santo y el puerto. Los dos barcos fueron agregados en 1810.
Cruz y banda real: Figuraban en ambos símbolos de la orden de Carlos III, y figuraron también, como insignia de la soberanía castellana y aragonesa, en la banda de los Reyes Católicos. Los partidarios de Fernando VII y la Junta Gubernativa los emplearon en oposición al rojo de los partidarios de José Bonaparte.
Insignia del Consulado: La bandera izada al frente deI Consulado -instalado en Buenos Aires el 2 de junio de 1794- ostentaba los colores celeste y blanco, los mismos del manto de Ia Virgen, protectora de la Corporación.
Distintivo patriota durante las invasiones inglesas: Fue el celeste el color de los moños, lazos y cintas que utilizaron desde el 14 de julio de 180ó para reconocerse entre ellos. Lo usaron en los ojales del chaleco o la casaca.
Colores predilectos en los regimientos de 1806 y 1807: El celeste y el azul fueron los colores predilectos de los regimientos organizados para rechazar a las tropas inglesas, en especial, de aquéllos que fueron constituidos con el elemento criollo: Húsares de Pueyrredón, Cazadores Correntinos, Patricios do Buenos Aires, Pardos, etc.
Telas del invasor inglés: El azul fue el color que predominaba en Ias telas que en gran cantidad y como botín de guerra se tomaron a las fuerzas inglesas, una vez vencidas después de la invasión. Estas telas sirvieron para confeccionar los uniformes de los nuevos regimientos coloniales.
Divisa de Sociedades. Secretas y Patrióticas: El color celeste fue típico en las cintas que como divisa usaron los componentes de Sociedades Secretas y Patrióticas (1810 y 1811),
Rebozos de Las damas porteñas: Los rebozos -capas, pañolones, mantos, mantones etc.- y las flores -violetas y junquillos prendidos en el ppecho-, señalaron la predilección por ambos colores, el blanco y el azul.
Divisa de French. y Beruti: Las cintas que French y Beruti distribuyeron el 25 de Mayo, como es sabido, fueron de los mismos colores que los patriotas para distinguirse entre ellos, habían ostentado el 22, día del memorable Cabildo Abierto.
Color blanco, símbolo de unión; rojo, de oposición: En algunos relatos de la época de la Revolución de Mayo “Diario de varios sucesos, 181Ó”, “Revolución de Bs. As: acaecida el 21 de mayo de 1810″ que. concluyó eI 25 propio” y otro tercero, también anónimo, fechado en “Córdoba, 4 de junio de 1810″, así como las “Memorias curiosas”, 1717-1855, de Juan Manuel Beruti -hermano de Antonio Luis-, y las “Memorias” de Belgrano; se hacen aparecer patriotas usando cintas de color blanco, como símbolo de unión entre “europeos y patricios” y “españoles y americanos”, y aun cintas rojas o encarnadas color de sangre, como símbolo de guerra contra alguna oposición que hubiera, a favor del virrey”.
Divisa de los morenistas: En oposición a los saavedristas, tal como consta en el sumario instruido a raíz de la asonada del 5 y 6 de abril, Ios morenistas utilizaron cintas azules y blancas.
Color incásico: E1 azul constituyó color predilecto en los ornamentos de los Incas del Perú.
Influencia de otras ideas revolucionarias: El azul -excluido el rojo como color dominante en la insignia española- habría sido tomado de la nueva bandera de Francia, país al quepertenecían muchos de los escritores, filósofos, economistas, etc., de cuyas ideas se nutrieron los prohombres de Mayo.
Celeste, azulceleste y
azul son términos de uso indistinto en el transcurso de los años, desde que se
crea el primer distintivo – la escarapela de 1812 – hasta la sanción del
decreto del 24 de abril de 1944, con que se procura finalizar la polémica precisando
el matiz nacional. Las causas que han determinado el planteo de esta cuestión
podrían expresarse con los siguientes enunciados: a) la imprecisión del vocablo
escogido para designar el matiz; b) el desconocimiento de cuál era exactamente
el matiz elegido por su creador; c) el criterio intencional de contemporáneos y
sucesores, al escoger otro matiz que consideraron más apropiado, ya sea por
razones fundadas en la heráldica, la estética, la visibilidad, la duración; d)
la destrucción o el extravío de la bandera original.
En cuanto a las razones enunciadas en el punto c) la heráldica considera el azul como color primario, puro o franco, sin mezcla de blanco(tono diluido), o de negro (tono rebatido). El celeste, por el contrario, es color secundario, diluido. La tendencia de elegir paños azules para la confección de banderas, por demás, revela, precisamente, la oposición al desgaste que ocasiona el efecto natural del aire; el sol y las lluvias, que terminan por rebajar celeste o blanco el matiz natural del azul, en desmedro de su estética, visibilidad y duración.
El matiz apropiado, debe ser el azul. puro, conocido también con las expresiones de azul argentino o azul bandera, el azul claro o azul cielo en los días serenos.
En el decreto Nº 10.302, del 24 de abril de 1944 por el cual se determinan las características de los símbolos de la soberanía de la Nación, se opta por éste matiz, el “azul claro como el cielo”, asignándose esta definición al término “celeste” color que se considera como “matiz de azul”.
En cuanto a las razones enunciadas en el punto c) la heráldica considera el azul como color primario, puro o franco, sin mezcla de blanco(tono diluido), o de negro (tono rebatido). El celeste, por el contrario, es color secundario, diluido. La tendencia de elegir paños azules para la confección de banderas, por demás, revela, precisamente, la oposición al desgaste que ocasiona el efecto natural del aire; el sol y las lluvias, que terminan por rebajar celeste o blanco el matiz natural del azul, en desmedro de su estética, visibilidad y duración.
El matiz apropiado, debe ser el azul. puro, conocido también con las expresiones de azul argentino o azul bandera, el azul claro o azul cielo en los días serenos.
En el decreto Nº 10.302, del 24 de abril de 1944 por el cual se determinan las características de los símbolos de la soberanía de la Nación, se opta por éste matiz, el “azul claro como el cielo”, asignándose esta definición al término “celeste” color que se considera como “matiz de azul”.
Se ignora -como es sabido- el destino
de la bandera que Belgrano creó en Rosario (27-2-1812). Esta bandera, ¿fue la
misma que el 25 de mayo hizo bendecir a Gorriti en Jujuy? ; ¿la misma que en
1812 acompañó al prócer en Tucumán, el río Pasaje, Salta, Vilcapugio y Ayobuma?
Frente a la hipótesis de la confección de más de una bandera -Belgrano no había
de llevarse la bandera consigo, como si fuera un efecto personal, ya que la
insignia pertenecía a las fuerzas que quedaban en las baterías-, se halla la
versión que sólo admite una, sustentada en la creencia de que para campaña de
tan limitado período, en la que, asimismo, actuó como único jefe, innecesaria
se hacía la preparación de dos o más banderas. La bandera que actualmente se
conserva en la Casa de Gobierno de Jujuy -confundida en un tiempo con la de
Rosario-, fue la otra quo Belgrano hizo ondear en la ciudad norteña el 25 de
mayo de 1813, Compuesta de un solo paño, totalmente blanco, lleva pintada
además, el escudo de la Soberana Asamblea. En cuanto a las supuestas banderas
de Ayohuma, encontradas en 1883 y 1885, en la vieja capilla de Titiri, curato
de Macha (Potosí, Bolivia) -lugar donde tuvo asiento el cuartel general del
ejército patriota-, investigaciones últimas parecen confirmar como inexacta la
hipótesis según la cual una de ellas sirvió para cubrir el cajón que conducía
los restos del infortunado Lavalle, en la dolorosa travesía que en 1841,
realizaron sus fieles amigos, desde Jujuy hasta Bolivia, para librarlo del
furor despiadado de Oribe y los suyos. Estas banderas -una de las cuales se
conserva en el Museo Histórico Nacional y la otra en la Sociedad Geográfica de
Sucre-, habrían sido las mismas que fueron enarboladas en las baterías de
Rosario 1. Estas banderas habrían seguido a los cuerpos que salieron de la
ciudad hacia Jujuy, para reforzar el ejército de Belgrano. De estas dos
banderas, la del Museo Histórico Nacional (tres bandas horizontales: azules las
laterales, blanca la del centro) y la Sucre (tres bandas horizontales: blancas
has dos laterales, azul la del centro), la última sería la bandera creada por
Belgrano; la anterior, la remitida por el gobierno, según el oficio del 3 de
marzo de 1812, para reemplazar a la enarbolada per su creador en la batería de
Rosario, el 27 de febrero de 1812.
Soldados de la Patria:
En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro excelentísimo gobierno: en aquel, la Batería de la Independencia; nuestras armas aumentarán las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos, interiores y exteriores, y la América del Sud será el templo de la Independencia, de la unión y de la libertad.
En fé de que así lo jurais decid conmigo ….. Viva la Patria.
Concluido
Señor Capitán y Tropa destinada por primera vez a la Batería de la Independencia: id, posesionaos de ella y cumplid el juramento que acabáis de hacer
En Jujuy
(Al ser bendecida por primera vez la bandera argentina al frente del ejército, el 25 de mayo de 1812)
Manuel Belgrano, General en jefe, al ejército de su mando -Soldados, hijos digno de la Patria, camaradas míos: dos años ha que por primera vez resonó en estas regiones el eco de la libertad, y él continuó propagándose hasta por las cavernas más recónditas de los Andes; pues que no es obra de los hombres, sino de Dios Omnipotente, que permitió a los americanos que se presentase la ocasión de entrar al goce de nuestros derechos: el 25 de Mayo será para siempre memorable en los anales de nuestra historia, y vosotros tendréis un motivo más recordarlo, cuando en él, por primera vez veis la Bandera Nacional en mis manos, que ya os distingue de las demás naciones del globo, sin embargo, de los esfuerzos que han hecho los enemigos de la sagrada causa que defendemos para echarnos cadenas aún más pesadas que las que cargabais. Pero esta gloria debemos sostenerla de un modo digno, con la unión, la constancia y el exacto cumplimiento de nuestras obligaciones hacia Dios, hacia nuestros hermanos, hacia nosotros mismo; a fin de que haya de tener a la vista para conservarla libre de enemigos y en el lleno de su felicidad. Mi corazón rebosa de alegría al observar en vuestros semblantes que estáis adornados de tan generosos y nobles sentimientos, y que yo no soy más que un jefe a quien vosotros impulsáis con vuestros hechos, con vuestro ardor, con vuestro patriotismo. Sí; os seguiré imitando vuestras acciones y todo el entusiasmo de que sólo son capaces los hombres libres para sacar a sus hermanos de la opresión.
En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro excelentísimo gobierno: en aquel, la Batería de la Independencia; nuestras armas aumentarán las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos, interiores y exteriores, y la América del Sud será el templo de la Independencia, de la unión y de la libertad.
En fé de que así lo jurais decid conmigo ….. Viva la Patria.
Concluido
Señor Capitán y Tropa destinada por primera vez a la Batería de la Independencia: id, posesionaos de ella y cumplid el juramento que acabáis de hacer
En Jujuy
(Al ser bendecida por primera vez la bandera argentina al frente del ejército, el 25 de mayo de 1812)
Manuel Belgrano, General en jefe, al ejército de su mando -Soldados, hijos digno de la Patria, camaradas míos: dos años ha que por primera vez resonó en estas regiones el eco de la libertad, y él continuó propagándose hasta por las cavernas más recónditas de los Andes; pues que no es obra de los hombres, sino de Dios Omnipotente, que permitió a los americanos que se presentase la ocasión de entrar al goce de nuestros derechos: el 25 de Mayo será para siempre memorable en los anales de nuestra historia, y vosotros tendréis un motivo más recordarlo, cuando en él, por primera vez veis la Bandera Nacional en mis manos, que ya os distingue de las demás naciones del globo, sin embargo, de los esfuerzos que han hecho los enemigos de la sagrada causa que defendemos para echarnos cadenas aún más pesadas que las que cargabais. Pero esta gloria debemos sostenerla de un modo digno, con la unión, la constancia y el exacto cumplimiento de nuestras obligaciones hacia Dios, hacia nuestros hermanos, hacia nosotros mismo; a fin de que haya de tener a la vista para conservarla libre de enemigos y en el lleno de su felicidad. Mi corazón rebosa de alegría al observar en vuestros semblantes que estáis adornados de tan generosos y nobles sentimientos, y que yo no soy más que un jefe a quien vosotros impulsáis con vuestros hechos, con vuestro ardor, con vuestro patriotismo. Sí; os seguiré imitando vuestras acciones y todo el entusiasmo de que sólo son capaces los hombres libres para sacar a sus hermanos de la opresión.
Ea, pues, soldados de la patria: no olvidéis jamás que nuestra
obra es de Dios; que El nos ha concedido esta Bandera, que nos manda la
sostengamos, y que no hay una sola cosa que no nos empeñe a mantenerla con el
honor y decoro que le corresponde. Nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros
hijos, y nuestros conciudadanos, todos, todos, fijan en vosotros la vista y
deciden que a vosotros es a quienes corresponderá todo su reconocimiento si
continuáis en el camino de la gloria que os habéis abierto. Jurad conmigo
ejecutarlo así, y en prueba de ello repetid: ¡Viva la Patria!
Manuel Belgrano
Jujuy, 25 de Mayo de 1812
Copia textual – “Símbolos de la Nación
Argentina” – Ministerio del Interior – 1968
Es una disposición reglamentaria del
Consejo Nacional de Educación según resolución del 23 de enero de 1957 (exptes.
31347/956 y 94146/946)
La ceremonia escolar del Juramento a la
Bandera en todas las escuelas diurnas dependientes de la repartición y
particulares fiscalizadas por el Consejo, con período de funcionamiento de
marzo a noviembre, se realizará el día 20 de junio (Dia de la Bandera) de cada
año, con el siguiente programa:
1) Himno Nacional Argentino cantado por todos los alumnos de la escuela.
2) Discurso alusivo.
3)Jura de la Bandera
4) Saludo a la Bandera, cantado por todos los alumnos
5) Marcha
1) Himno Nacional Argentino cantado por todos los alumnos de la escuela.
2) Discurso alusivo.
3)Jura de la Bandera
4) Saludo a la Bandera, cantado por todos los alumnos
5) Marcha
Los directores de las escuelas harán
jurar la Bandera Nacional a los alumnos de 3º a 6º que no lo hubiesen hecho
anteriormente.
Reunidos los alumnos con la asistencia de sus respectivos maestros, el Director leerá la fórmula de Promesa de lealtad a la Bandera:
Reunidos los alumnos con la asistencia de sus respectivos maestros, el Director leerá la fórmula de Promesa de lealtad a la Bandera:
“Alumnos: la Bandera blanca y celeste –
Dios sea loado- no ha sido jamás atada al carro triunfal de ningún vencedor de
la tierra.
Alumnos: esa bandera gloriosa representa la patria de los argentinos.
Prometéis rendirle vuestro más sincero y respetuoso homenaje; quererla con amor intenso y formarle desde la aurora de la vida un culto fervoroso e imborrable en vuestro corazones; prepararos desde la escuela para practicar a su tiempo con toda pureza y honestidad las nobles virtudes inherentes a la ciudadanía; estudiar con empeño la historia de nuestro país y las de sus grandes benefactores a fin de seguir sus huellas luminosas y a fin también de honrar a la Bandera y de que no se amortigüe jamás en vuestras almas el delicado y generoso sentimiento de amor a la Patria.
En una palabra, prometéis hacer todo lo que esté en la medida de vuestras fuerzas para que la Bandera argentina flamee por siempre sobre nuestras murallas y fortalezas, a lo alto de los mástiles de nuestras naves y a la cabeza de nuestras legiones y para que el honor sea su aliento, la gloria su aureola, la justicia su empresa”
Los alumnos puestos de pie y extendiendo el brazo derecho hacia la bandera, contestarán:
Alumnos: esa bandera gloriosa representa la patria de los argentinos.
Prometéis rendirle vuestro más sincero y respetuoso homenaje; quererla con amor intenso y formarle desde la aurora de la vida un culto fervoroso e imborrable en vuestro corazones; prepararos desde la escuela para practicar a su tiempo con toda pureza y honestidad las nobles virtudes inherentes a la ciudadanía; estudiar con empeño la historia de nuestro país y las de sus grandes benefactores a fin de seguir sus huellas luminosas y a fin también de honrar a la Bandera y de que no se amortigüe jamás en vuestras almas el delicado y generoso sentimiento de amor a la Patria.
En una palabra, prometéis hacer todo lo que esté en la medida de vuestras fuerzas para que la Bandera argentina flamee por siempre sobre nuestras murallas y fortalezas, a lo alto de los mástiles de nuestras naves y a la cabeza de nuestras legiones y para que el honor sea su aliento, la gloria su aureola, la justicia su empresa”
Los alumnos puestos de pie y extendiendo el brazo derecho hacia la bandera, contestarán:
SÍ, PROMETO”
Otras referencias:
Terminado el discurso alusivo, se ordenará “firmes”.El abanderado colocará el regatón del asta en la cuja y mantendrá alta la bandera. Los que estuvieran sentados, se pondrán de pie. Recibido el juramento, la bandera será llevada sobre el hombro. La escuela continuará en posición de “firmes” hasta el instante en que el abanderado y sus escoltas penetren en la Dirección, o según las circunstancias desaparezca de la vista de los espectadores.
Para su inclusión en el “discurso alusivo por el Director o quien lo reemplace en el cargo” si así se estimara conveniente, se incluye, a continuación, el texto de algunas oraciones apropiadas.
Terminado el discurso alusivo, se ordenará “firmes”.El abanderado colocará el regatón del asta en la cuja y mantendrá alta la bandera. Los que estuvieran sentados, se pondrán de pie. Recibido el juramento, la bandera será llevada sobre el hombro. La escuela continuará en posición de “firmes” hasta el instante en que el abanderado y sus escoltas penetren en la Dirección, o según las circunstancias desaparezca de la vista de los espectadores.
Para su inclusión en el “discurso alusivo por el Director o quien lo reemplace en el cargo” si así se estimara conveniente, se incluye, a continuación, el texto de algunas oraciones apropiadas.
Inicialmente, la fórmula del juramento
se hallaba compuesta por el primero y último párrafos (”La Bandera blanca y
celeste”…; ”flamee por siempre”. – .), ambos del discurso que Sarmiento
-entonces presidente de la República- pronunció en la ciudad de Buenos Aires,
el 24 de septiembre de 1873 (”Obras completas”, XXT), párrafos de-terminados
por la presidencia del Consejo Nacional de Educación -ejercida por el doctor
José María Ramos Mejía-, ea sesión del 11 de fe-brero de 1909. Posteriormente,
la fórmula fue ampliada, agregándosele, por iniciativa del inspector técnico
general, profesor Ernesto A. Bavio, el segundo y tercer párrafos: ”Esa bandera
gloriosa—- .. ”Prometéis rendirle”. . – (sesión del 26 de junio de 1909).
De acuerdo con la primera resolución, los niños debían extender la mano derecha mientras pronunciaban las palabras del primero y cuarto párrafos. Conforme con la resolución de junio de 1909, las palabras. del nuevo texto de la promesa eran pronunciadas por el director de la es-cuela; los niños extendían su mano y formulaban el juramento.
Desde entonces, la fórmula ha experimentado algunas otras varian-tes. Así, a partir de 1949 se cambió la invocación Niños por la de alumnos; y desde 1950 la expresión de ¡Sí, juro! fue sustituida por la de ¡Sí, prometo.’, más en concordancia con la edad del niño y la medida de su responsabilidad.
De acuerdo con la primera resolución, los niños debían extender la mano derecha mientras pronunciaban las palabras del primero y cuarto párrafos. Conforme con la resolución de junio de 1909, las palabras. del nuevo texto de la promesa eran pronunciadas por el director de la es-cuela; los niños extendían su mano y formulaban el juramento.
Desde entonces, la fórmula ha experimentado algunas otras varian-tes. Así, a partir de 1949 se cambió la invocación Niños por la de alumnos; y desde 1950 la expresión de ¡Sí, juro! fue sustituida por la de ¡Sí, prometo.’, más en concordancia con la edad del niño y la medida de su responsabilidad.
La bandera, en su más alta
significación, es el símbolo de nacionalidad y representación de la patria. En
el ejército, además, la bandera simboliza la lealtad a la misma y es preciado
emblema de las virtudes militares del cuerpo al cual pertenece.
Según el criterio de los etimologistas, el término bandera procede de la voz española banda, y ésta, así como sus equivalentes persa, visigoda y germánica band (o banda) y latina bandum (o bandus), de las sánscritas bandh, amarrar, estrechar, y bandhs, lazo, ligadura. Significando originariamente cinta, lazo, tira, propia para atar o ligar, se comprende sin reparos el tránsito a la acepción de bandera o estandarte, y posteriormente, a la acepción de parcialidad o gente que sigue a un partido.
Un pedazo de tela colgado a un palo, y muy visible por su color o por su forma, sirvió ya en la más remota antigüedad a los pueblos en sus empresas guerreras para distinguir entre sí las diferentes fracciones del ejército y para la formación de su orden de batalla. La historia de la bandera, por consiguiente, va unida íntimamente con la de las insignias o signos convencionales usados por los hombres para diferenciarse en sus eternas luchas. Son estas luchas tan antiguas como el hombre, y por tanto, tarea inútil sería empeñarse en investigar cuándo y entre qué gentes apareció la bandera.
La primera bandera apareció con el primer pueblo, con la primera tribu que hizo la guerra. La necesidad de reunirse para formar un grupo con un proyecto determinado debió suscitar el deseo de usar algo -un objeto, una figura, una imagen- que sirviera de señal para congregarse alrededor de ella. Esta señal, signo de un propósito físico -fácil es comprenderlo-, pasó a indicar o sugerir una idea común, un ideal: quedó así creado el símbolo. La necesidad y el valor de este símbolo llegaron a acrecentarse cuando la realización de una empresa o el logro de una victoria suscitó, después, el recuerdo de esa hazaña. Además de enorgullecer a quienes la habían alcanzado, sirvió de estímulo para em-prender nuevos proyectos, nuevas proezas. Dícese que la camisa de Nemrod, el fabuloso rey de Caldea, sirvió de bandera en la guerra contra sus hermanos, y que los hijos de Noé emplearon ya, para distinguirse, signos con diversas figuras.
La representación más antigua que parece conocerse de la bandera como agrupación étnica o de pueblo, procede de Egipto.
En las pinturas de la cerámica descubierta en las tumbas de la época primaria de aquel país, donde se representan chozas de las tribus aborígenes, aparecen sistemas rudimentarios de defensa, y por sobre ellos, una bandera flotando al impulso del viento con la imagen de un animal sagrado. Este mismo símbolo aparece entre los indostánicos y, posteriormente, entre los teba-nos, los asirios, los medos, los partos, los armenios, las tribus de Israel, los griegos y los romanos, quienes fueron los que realmente le dieron el significado contemporáneo. De ellos la adoptaron los germanos y los galos
Actualmente, la bandera, no obstante sus ligeras diferencias, puede defínírsela como una insignia compuesta por un trozo de tela , por lo común de tafetán o de seda, de forma cuadrilonga, asegurado por uno de sus lados en una driza o en un palo que recibe el nombre de asta. Sus colores, la distribución de éstos, la disposición de sus franjas, sus ornamentos -su escudo o su lema, si lo lleva- y otros aditamentos indican la potencia, nación o estado a que pertenece.
Según creencia generalizada, la más antigua de las banderas nacionales actuales es la de Dinamarca, cuyo uso se remonta al año 1219.
La mayor parte de las banderas nacionales, aun cuando su uso fuera anterior, se adoptaron oficialmente en el siglo XX.
Según el criterio de los etimologistas, el término bandera procede de la voz española banda, y ésta, así como sus equivalentes persa, visigoda y germánica band (o banda) y latina bandum (o bandus), de las sánscritas bandh, amarrar, estrechar, y bandhs, lazo, ligadura. Significando originariamente cinta, lazo, tira, propia para atar o ligar, se comprende sin reparos el tránsito a la acepción de bandera o estandarte, y posteriormente, a la acepción de parcialidad o gente que sigue a un partido.
Un pedazo de tela colgado a un palo, y muy visible por su color o por su forma, sirvió ya en la más remota antigüedad a los pueblos en sus empresas guerreras para distinguir entre sí las diferentes fracciones del ejército y para la formación de su orden de batalla. La historia de la bandera, por consiguiente, va unida íntimamente con la de las insignias o signos convencionales usados por los hombres para diferenciarse en sus eternas luchas. Son estas luchas tan antiguas como el hombre, y por tanto, tarea inútil sería empeñarse en investigar cuándo y entre qué gentes apareció la bandera.
La primera bandera apareció con el primer pueblo, con la primera tribu que hizo la guerra. La necesidad de reunirse para formar un grupo con un proyecto determinado debió suscitar el deseo de usar algo -un objeto, una figura, una imagen- que sirviera de señal para congregarse alrededor de ella. Esta señal, signo de un propósito físico -fácil es comprenderlo-, pasó a indicar o sugerir una idea común, un ideal: quedó así creado el símbolo. La necesidad y el valor de este símbolo llegaron a acrecentarse cuando la realización de una empresa o el logro de una victoria suscitó, después, el recuerdo de esa hazaña. Además de enorgullecer a quienes la habían alcanzado, sirvió de estímulo para em-prender nuevos proyectos, nuevas proezas. Dícese que la camisa de Nemrod, el fabuloso rey de Caldea, sirvió de bandera en la guerra contra sus hermanos, y que los hijos de Noé emplearon ya, para distinguirse, signos con diversas figuras.
La representación más antigua que parece conocerse de la bandera como agrupación étnica o de pueblo, procede de Egipto.
En las pinturas de la cerámica descubierta en las tumbas de la época primaria de aquel país, donde se representan chozas de las tribus aborígenes, aparecen sistemas rudimentarios de defensa, y por sobre ellos, una bandera flotando al impulso del viento con la imagen de un animal sagrado. Este mismo símbolo aparece entre los indostánicos y, posteriormente, entre los teba-nos, los asirios, los medos, los partos, los armenios, las tribus de Israel, los griegos y los romanos, quienes fueron los que realmente le dieron el significado contemporáneo. De ellos la adoptaron los germanos y los galos
Actualmente, la bandera, no obstante sus ligeras diferencias, puede defínírsela como una insignia compuesta por un trozo de tela , por lo común de tafetán o de seda, de forma cuadrilonga, asegurado por uno de sus lados en una driza o en un palo que recibe el nombre de asta. Sus colores, la distribución de éstos, la disposición de sus franjas, sus ornamentos -su escudo o su lema, si lo lleva- y otros aditamentos indican la potencia, nación o estado a que pertenece.
Según creencia generalizada, la más antigua de las banderas nacionales actuales es la de Dinamarca, cuyo uso se remonta al año 1219.
La mayor parte de las banderas nacionales, aun cuando su uso fuera anterior, se adoptaron oficialmente en el siglo XX.
¡Bandera de la Patria, celeste y
blanca,
símbolo de la unión y de la fuerza con
que nuestros padres nos dieron
independencia y libertad; guía de la
victoria en la guerra, y del trabajo y la
cultura en la paz; vínculo sagrado e
indisoluble entre las generaciones
pasadas, presentes y futuras; juremos
defenderla hasta morir antes que verla
humillada!
símbolo de la unión y de la fuerza con
que nuestros padres nos dieron
independencia y libertad; guía de la
victoria en la guerra, y del trabajo y la
cultura en la paz; vínculo sagrado e
indisoluble entre las generaciones
pasadas, presentes y futuras; juremos
defenderla hasta morir antes que verla
humillada!
¡Que flote con honor y gloria al frente
de nuestras fortalezas, ejércitos y
buques, y en todo tiempo y lugar de la
Tierra donde éstos la condujeran;
que a su sombra la Nación Argentina
acreciente su grandeza por siglos y
siglos, y sea para todos los hombres
mensajera de libertad, signo de
civilización y garantía de justicia!
de nuestras fortalezas, ejércitos y
buques, y en todo tiempo y lugar de la
Tierra donde éstos la condujeran;
que a su sombra la Nación Argentina
acreciente su grandeza por siglos y
siglos, y sea para todos los hombres
mensajera de libertad, signo de
civilización y garantía de justicia!
Gloriosa enseña de la Patria mía,
el Paraná en sus brisas te envolvió,
y en su ribera tremolaste el día
en que Belgrano al mundo te mostró.
el Paraná en sus brisas te envolvió,
y en su ribera tremolaste el día
en que Belgrano al mundo te mostró.
Jamás vencida, siempre como el iris,
tras las borrascas tu color surgió,
y el grito heroico de la ardiente gloria
donde flameaste por doquiera vibró.
tras las borrascas tu color surgió,
y el grito heroico de la ardiente gloria
donde flameaste por doquiera vibró.
Viva eterno el nombre del héroe
que formara tan bello color.
Viva libre la enseña de Mayo,
Gloria! Viva! su ilustre creador.
que formara tan bello color.
Viva libre la enseña de Mayo,
Gloria! Viva! su ilustre creador.
Gloriosa enseña de la Patria mía,
el Paraná en sus brisas te envolvió,
y en su ribera tremolaste el día
en que Belgrano al mundo te mostró.
el Paraná en sus brisas te envolvió,
y en su ribera tremolaste el día
en que Belgrano al mundo te mostró.
Jamás vencida, siempre como el iris,
tras las borrascas tu color surgió,
y el grito heroico de la ardiente gloria
donde flameaste por doquiera vibró.
tras las borrascas tu color surgió,
y el grito heroico de la ardiente gloria
donde flameaste por doquiera vibró.
Sol de las batallas,
en que las glorias de la Patria viera;
luz inmaculada
entre los pliegues de la azul bandera.
en que las glorias de la Patria viera;
luz inmaculada
entre los pliegues de la azul bandera.
Nunca tus fulgores
empañe el velo de la ciega suerte,
y antes que humillada
sobre tu vida ciérnase la muerte.
empañe el velo de la ciega suerte,
y antes que humillada
sobre tu vida ciérnase la muerte.
Letra de G.J. García
No hay comentarios:
Publicar un comentario