En la mañana del 16 de junio de 1955, efectivos de la marina de guerra y “comandos
civiles” intentan sin éxito copar la Casa Rosada y tomar prisionero al presidente
Juan Perón. El mandatario busca refugio en el edificio del ministerio de Guerra y se
dispone a sofocar la rebelión. A mediodía, aviones de la Armada bombardean y ametrallan la sede del gobierno y la Plaza de Mayo. Una de las primeras bombas estalla en el techo de la Casa Rosada. Otra, le pega a un trolebús lleno de pasajeros y mueren todos. Los aviadores subversivos lanzan nueve toneladas y media de explosivos. Perón no quiere enfrentamiento entre las fuerzas armadas , dijo el General “Ni un solo obrero debe ir a la Plaza de Mayo” -. Y refiriéndose a los aviadores navales, agrega: -Estos asesinos no vacilarán en tirar contra ellos. Yo no quiero sobrevivir sobre una montaña de cadáveres de trabajadores. Los obreros salieron a la calle igual, al grito de “¡Perón, Perón!” Muchos fueron masacrados desde el aire o al quedar atrapados entre dos fuegos. Hubo mas de 360 muertos y 2 mil heridos. Setenta y nueve personas quedaron lisiadas en forma permanente. Los agresores huyeron hacia Uruguay, donde solicitaron asilo político. Sin embargo, la situación había llegado a un punto sin retorno. Políticos de aquel entonces junto al Ejército, la Marina y la Aeronáutica conspiran abiertamente y los “comandos civiles” se organizan, y exigen la renuncia del presidente Tres meses después, Perón erá derrocado por la llamada “revolución libertadora”, un antecedente de la ciénaga sangrienta instaurada en 1976. Debe irse del país, vía Paraguay y de esta manera evitó un Mayor Derramamiento de sangre, radicándose en España Y comenzó a hacerse carne en la militancia la consigna, “LUCHE Y VUELVE”, queremos a Perón, decían los trabajadores.
El Presidente de facto, Alejandro A. Lanusse, había dicho: “…no voy a admitir que corran más a ningún argentino diciendo que Perón no viene porque no puede. Permitiré que digan: porque no quiere; pero en mi fuero íntimo diré: porque no le da el cuero para venir”.
El 15 de agosto, desde Madrid, el delegado personal de Perón , doctor Héctor J. Cámpora, anunció que el General volvería a la Argentina antes de fin de año. El 7 de noviembre, Perón dice en una solicitada: “…a pesar de mis años, un mandato interior de mi conciencia me impulsa a tomar la decisión de volver, con la mejor buena voluntad, sin rencores que en mi no han sido habituales y con la firme decisión de servir, si ello es posible”.
El militante es la esencia de cualquier partido político, en especial en el peronismo, con todo el folklore que tiene en si mismo. Muchas veces ninguneado, mal visto hasta por la propia familia que no comprende, un hombre, una mujer comienza a caminar su barrio, a ocuparse de lo que necesita tal o cual vecino, un trabajador en su fábrica comienza a hacerse eco de lo que falta, un estudiante siente necesidad de cambiar algo en su escuela y se junta con otros, así, con fe en que se pueden lograr cambios, comienza su militancia, primero en soledad. Así, se abraza a una consigna, una bandera, un sueño, y así, se juntan los trabajadores con los estudiantes, y estos con los vecinos del barrio en una conciencia de unidad, de acción, saben que es la única forma de lograr que los escuchen, y que esa unidad servirá para seguir avanzando en logros efectivos para sus familias, y para todas las familias. La militancia es solidaridad en acción.
Así, millones de hombres y mujeres un día aceptaron el sueño y las banderas que les mostraban Perón y Eva Perón y ese hombre, y aquel trabajador, y aquel estudiante fueron parte de los millones de militantes del Movimiento Peronista.
A diferencia de los militares, que obedecen y se mueven por órdenes, el conductor, persuade y los militantes se mueven por comprensión, agradecimiento y lealtad. Millones de hombres y mujeres, militaron el retorno, en las fábricas, en las escuelas, en los barrios, muchos murieron por esto, pero ese conductor volvió a saludar a sus militantes, y esa lucha enorme de tantos años tuvo allí su premio.
El 16 de noviembre, el gobierno de la dictadura de Lanusse, tomó medidas extremas rodeando el aeropuerto de Ezeiza con fuerzas militares para evitar que los militantes se acercaran a recibirlo.
A pesar de los cordones de soldados, miles y miles de peronistas se lanzaron a las calles bajo una fuerte llovizna y algunos lograron cruzar el río Matanza.
Fue el día que puso fin a las luchas de la gloriosa Resistencia , fue el día en el que el General habrá sentido que se le hacía una reparación histórica, después de tanta difamación y tanto escarnio y es el día del gran triunfo popular del Movimiento Justicialista.
Para todas las Compañeras y para todos los Compañeros:
¡FELIZ DÍA DEL MILITANTE!
LOS MILITANTES DEL FRENTE GENERACIONAL. | |
No hay comentarios:
Publicar un comentario