La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) aprobó el uso de bevacizumab (Avastin®) como tratamiento de primera línea contra el cáncer de ovario avanzado (que incluye el epitelial, el de trompas de Falopio y el peritoneal primario). Así, el reconocido antiangiogénico del laboratorio Roche suma una nueva indicación a las que ya tenía en los cánceres de colon, pulmón, mama, renal y glioblastoma.
El cáncer de ovario es uno de los cánceres femeninos más comunes. Se estima que se producen en el mundo cerca de 220 mil casos al año, es el responsable de 140 mil muertes anuales y tiene la tasa de mortalidad más alta entre todos los cánceres ginecológicos en países desarrollados.
Según estadísticas locales, en la Argentina se estima que hay 9 casos de cáncer de ovario cada 100 mil mujeres (alrededor de 2 mil casos por año). En relación a estas cifras, la doctora Liliana Zamora, médica oncóloga del Servicio de Ginecología del Hospital Italiano destacó: “históricamente manejamos los números de países que cuentan con registros de tumores estrictos. Todavía hay mucho por hacer en nuestro país, pero contamos hoy en día con el Instituto Nacional del Cáncer que en breve podrá cubrir fehacientemente estos datos. Hoy todavía existe sub-registro ya que muchos casos no son reportados. Por lo tanto, la cifra es aproximada”.
La gran mayoría de los tumores de ovario (más del 90%) corresponden al llamado cáncer epitelial de ovario porque tienen su origen en el crecimiento descontrolado de las células epiteliales que forman la superficie de ese órgano.
El doctor Luis Fein, director de investigaciones clínicas del Instituto de Oncología de Rosario explicó que “el cáncer ovárico ocurre cuando las células en el ovario se vuelven anormales y se dividen sin control u orden. Las células cancerosas pueden invadir y destruir el tejido a su alrededor. También pueden separarse del tumor y extenderse para formar nuevos tumores en otras partes del cuerpo”.
Hasta el momento no había muchas opciones terapéuticas contra este mal y el pronóstico para las pacientes solía ser adverso: con los tratamientos tradicionales –cirugía más quimioterapia– apenas el 20% de las pacientes con cáncer de ovario diagnosticadas en estadios avanzados sobrevive a más de 5 años luego de la detección.
A esto se suma que alrededor del 70% de los casos se diagnostica en etapas avanzadas. Esto se debe a que como se trata de una enfermedad que carece de un método de detección específico y eficaz, y que al principio presenta síntomas ambiguos que suelen confundirse con los de patologías menos graves, se la suele diagnosticar cuando el tumor ya se diseminó (hizo metástasis) a otras partes del cuerpo. Es por eso que se menciona al cáncer de ovario como “un asesino silencioso”.
“Lamentablemente en la mayoría de los casos se diagnostica tarde y esto se debe a que no pudo encontrase un método eficaz en el diagnóstico precoz de esta patología. Los estadios tempranos raramente son descubiertos a tiempo y muchas veces responden a un hallazgo casual”, afirmó la doctora Zamora. Sin embargo, señaló al tacto vaginal como “una práctica que debería realizarse en todos los controles ginecológicos”. “Si bien no hay métodos de detección precoz en cáncer de ovario, el tacto vaginal forma parte de la revisación periódica en toda mujer que realiza su chequeo ginecológico. El tacto vaginal puede detectar una masa pelviana e inducir la sospecha de presencia o no de masas pelvianas anormales”, detalló.
Dado que uno de los principales predictores de éxito en el tratamiento es el diagnóstico temprano de la enfermedad, muchas de las investigaciones en este tipo de cáncer están centradas en los métodos diagnósticos.
Tras asegurar que el de ovario se trata de un tipo de cáncer de alto impacto en la vida cotidiana de la mujer, la doctora Zamora señaló que “el diagnóstico de cualquier patología que implique tratamientos con cirugías extensas y posteriores tratamientos sistémicos con quimioterapia como lo es el cáncer de ovario, implica un cambio en la vida de la mujer, que debe reacomodar su vida diaria en pos de los tratamientos que debe cumplir. Su trabajo, su estética, su nueva imagen corporal, su sexualidad sufren cambios, algunos transitorios y otros permanentes que inevitablemente cambian el día a día de la mujer”.
Síntomas para tener en cuenta
El cáncer ovárico por lo general no muestra ninguna señal obvia hasta que está avanzado su desarrollo. A la hora de identificar señales y/o síntomas el doctor Fein enumeró:
• Incomodidad abdominal general o dolor (gases, indigestión, presión, hinchazón, inflamación, calambres).
• Náuseas, diarrea, estreñimiento, orinar frecuente.
• Pérdida de apetito.
• Sensación de plenitud aun después de una comida ligera.
• Ganancia o pérdida de peso sin justa causa.
• Sangrado anormal de la vagina.
Y advirtió que “estos síntomas pueden ser ocasionados por el cáncer ovárico o por otros trastornos menos serios. Es importante consultar con un médico sobre cualquiera de estos síntomas”.
El tratamiento
En la mayoría de los casos el tratamiento de primera línea (con cirugía y quimioterapia) no impide que la enfermedad reincida. La mayoría de las mujeres con cáncer de ovario avanzado tendrán una recaída después del tratamiento inicial, por lo general dentro de los 15 meses posteriores al primer diagnóstico. “Si bien las recaídas son frecuentes dependen del estadio de la enfermedad, de la velocidad de reproducción del cáncer en cada paciente, y del éxito de la cirugía inicial”, destacó Fein.
La cirugía se utiliza para eliminar la mayor cantidad de tejido tumoral que sea posible. A este procedimiento se lo denomina cirugía de citorreducción. A la mayoría de las pacientes se le extirpan los dos ovarios (ooforectomía bilateral) y se le hace una histerectomía (extirpación de útero). En las mujeres jóvenes que desean preservar su fertilidad, sólo se le quita el ovario afectado y el útero se deja en su lugar. En las pacientes diagnosticadas con enfermedad temprana (estadio I y II), la cirugía sola suele ser suficiente; pero en la enfermedad avanzada, se recomienda la cirugía citoreductora seguida de quimioterapia.
“Se trata de cirugías complejas que no todos los cirujanos están capacitados para llevar adelante, y eso muchas veces impacta en el pronóstico de la enfermedad”, agregó Fein.
La aprobación de bevacizumab para tratar el cáncer de ovario avanzado abre una nueva esperanza, después de más de 15 años de limitada innovación y mejora en el tratamiento. Se trata de un anticuerpo monoclonal humanizado, el primero de una nueva generación de drogas denominadas antiangiogénicas, cuya característica central es que evitan que los tumores reciban el aporte de sangre y nutrientes que necesitan para su crecimiento.
A diferencia de la quimioterapia, bevacizumab no destruye las células tumorales sino que actúa bloqueando específicamente la acción de una proteína llamada VEGF (factor de crecimiento del endotelio vascular). Si bien la VEGF posee muchos beneficios para el organismo, es también esencial para que los tumores puedan formar nuevos vasos sanguíneos con el fin de obtener los nutrientes y el oxígeno vital para desarrollarse (a esta propiedad se la llama angiogénesis). Algunos tumores, como los de ovario, tienen mayor expresión de esta proteína que otros y en ellos el bevacizumab tiene una amplia efectividad.
“El principal beneficio de bevacizumab es su mecanismo de acción, ya que actúa de forma muy diferente a las quimioterapias conocidas y la evidencia de estudios clínicos demostró que adicionar bevacizumab a la quimioterapia estándar prolonga de manera significativa a sobrevida libre de enfermedad, comparado con la quimioterapia sola”, especificó Zamora.
El doctor Antonio González Martín, jefe del Servicio Oncología Médica del Instituto MD Anderson, en Madrid, definió el mejor esquema de tratamiento: “Las pacientes con cáncer de ovario avanzado deben ser sometidas a una cirugía óptima en la que se elimine toda la enfermedad visible pues esta terapia tiene un alto impacto en su sobrevida. A continuación, el esquema de tratamiento intravenoso que ha demostrado mejores resultados es la combinación de paclitaxel, carboplatino y bevacizumab, especialmente en los casos de enfermedad más avanzada en los que la cirugía no pudo extirpar todo el tumor visible”.
Por tratarse de una terapia “dirigida”, que se adiciona al tratamiento tradicional con carboplatino y paclitaxel, bevacizumab ayuda a controlar el crecimiento y la proliferación del tumor sin agregar efectos adversos relevantes a la quimioterapia. En estadios avanzados del cáncer de ovario, permite que la paciente viva más tiempo con una mejor calidad de vida.
González Martín finalizó: “Los ensayos clínicos que disponemos demostraron que añadir Avastin a la quimioterapia estándar de cáncer de ovario con paclitaxel y carboplatino aumenta de forma significativa el tiempo hasta la progresión. Es decir el tiempo que la enfermedad está controlada. Esta observación fue más evidente en las pacientes que tienen enfermedad más avanzada. Cuando Avastin se emplea en pacientes que no tuvieron una cirugía óptima, obtiene un incremento de 5 a 6 meses en la sobrevida libre de progresión”.
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