15/5/12

La vitamina D, clave para evitar enfermedades típicas del envejecimiento



Se la obtiene de algunos alimentos de origen animal, pero sobre todo de una moderada exposición al sol y se sabe desde hace tiempo que es vital para fortalecer los huesos. Ahora, nuevas evidencias señalan que además previene la pérdida de masa muscular, preserva la salud cardiovascular y hasta protegería del deterioro cognitivo



Dada la gran cantidad de estudios científicos que están revelando propiedades hasta ahora desconocidas de lavitamina D, es de suponer que este nutriente esencial –que el organismo obtiene de alimentos como la leche, los huevos o el pescado, especialmente de mar, pero sobre todo de un proceso natural de síntesis que lleva a cabo la piel al recibir la luz solar– pasará a ocupar a partir de ahora un rol cada vez más importante en el cuidado de la salud.

El más conocido y comprobado de los roles de este micronutriente esencial es el de fijar el calcio en la constitución de los huesos, por lo que la suplementación con calcio y vitamina D en los adultos mayores es usual desde hace décadas. “Como es inocua y se conoce su eficacia contra la osteoporosis, la Asociación Americana de Geriatría recomienda la suplementación con calcio y vitamina D para todos los mayores de 65 años”, remarcó el doctor Moisés Schapira, médico especialista en Gerontología y Geriatría y director médico del Centro de Excelencia para Adultos Mayores y Rehabilitación Hirsch.

Algo más reciente es la línea de investigación que vincula a la vitamina D con la salud cardiovascular; pero lo más novedoso es una serie de estudios que han sido publicados desde fines del año pasado –en diferentes revistas médicas y en diferentes partes del mundo–, donde se probarían beneficios de la vitamina D para prevenir la pérdida de masa muscular, ayudar a preservar la memoria, proteger al sistema nervioso de la acumulación de amiloides, proteínas que causan la enfermedad de Alzheimer, entre otras, y hasta –posiblemente– proteger a las personas de edad avanzada contra la depresión crónica.



Desarrollos potenciales

La posibilidad de vivir más años y el conocimiento cada vez mayor de las causas de los factores que hacen a las enfermedades crónicas hacen que la pregunta de cómo llegar a disfrutar de una buena salud –física y mental– a edad avanzada cobre cada vez más importancia. Y tras los nuevos descubrimientos, la vitamina D parece querer cobrar un rol preponderante en la respuesta a esa pregunta. Es una sustancia que el organismo adquiere naturalmente, y en todo caso el costo de sus formas farmacéuticas es tan bajo que no permite pensar en una “estrategia de venta”.
Pero no es cuestión de apresurarse. Schapira advirtió, sobre todo en referencia a la supuesta función preventiva del Alzheimer, que “aún se trata de estudios preliminares, que en todo caso se suman a otros desarrollos potenciales que se están ensayando en la lucha contra esa enfermedad, como el uso de insulina por vía intranasal. Por ahora estos descubrimientos no tienen un gran impacto asistencial, porque los médicos recién los estamos conociendo”.
Llega con el sol

La forma más eficaz en que el organismo adquiere naturalmente la vitamina D es tomar sol, moderadamente para evitar, desde luego, los daños que puede causar a la salud la exposición sin control a la radiación ultravioleta de los rayos solares. “En realidad parecería que tomando sol durante una hora por día, y aun solamente en las manos, sin exponer todo el cuerpo, sería suficiente –explicó Schapira–; la gran duda se plantea ante el hecho de que con  la edad puede disminuir esa capacidad, y la piel envejecida puede ser menos eficaz como órgano de síntesis de lo que lo es en las personas más jóvenes”.

Como resumen, el especialista destacó que, como hasta ahora, “el  médico deberá pesquisar un posible déficit de vitamina D en sus pacientes, y en caso de que lo haya, tratar de suplir esa carencia o eventualmente sustituirla empíricamente mediante hidroxivitamina D3, siendo suficiente con una dosis semanal”. En este sentido, “parece ser una intervención muy simple, barata y sencilla  que podría mejorar varios aspectos a la vez”.
En suma, no existe magia: sin duda la vitamina D parece ser más útil de lo que se esperaba para conservar la salud a edad avanzada y prevenir las consecuencias del envejecimiento prematuro y mejorar el estado general de salud frente a las enfermedades crónicas; pero está claro que el envejecer con salud es consecuencia del cuidado general de la salud a lo largo de toda la vida, y que difícilmente ningún suplemento dietario –ni otra sustancia– reemplace la estimulación de las capacidades cognitivas a través de la vida social, la  lectura, el juego y el aprendizaje, la mantención de la autonomía siempre que sea posible, la realización de ejercicio y actividad física y el equilibrio afectivo.

Nuevas propiedades de un nutriente esencial

Algunas de las sorprendentes propiedades de la vitamina D para preservar la salud a edad avanzada que están en estudio actualmente:

En la regulación del crecimiento celular. Un nuevo  estudio  realizado en la Universidad Tufts de Boston (EEUU) y publicado en Annals of Internal Medicine el 20 de diciembre pasado señala que la vitamina D posee muchos efectos beneficiosos que se suman a la ya conocida función en la mineralización de los huesos. Entre ellos, promueve la secreción de insulina –cuyo rol en la prevención de enfermedades neurodegenerativas ya es conocido también–, equilibra al sistema inmunológico –inhibiendo su acción adaptativa y reforzando las innatas– y controla la proliferación de células: “Estas funciones sugieren un posible rol de la vitamina D en la prevención del cáncer”, señalan los investigadores del estudio, basado en el análisis de historias clínicas de pacientes suplementados con calcio y vitamina D para combatir la osteoporosis.


Tras la menopausia. En la a edición de enero pasado de la revista científica internacional Maturitas, la Sociedad Europea de Menopausia y Andropausia (EMAS, según sus siglas en inglés) publicó sus nuevas guías para los especialistas en Gerontología en las cuales enfatiza en recomendar 600 unidades de vitamina D como requerimiento diario, agregando que deberían ser incrementadas a 800 unidades en las mujeres mayores de 71 años. Allí el investigador Faustino Pérez-López, del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Zaragoza (España), sostuvo que existe creciente evidencia de efectos ampliamente diseminados de la vitamina D en muchos tejidos, y que varios estudios epidemiológicos y prospectivos “han relacionado su carencia no sólo con osteoporosis, sino también con enfermedad cardiovascular, diabetes, cáncer, infecciones y enfermedades neurodegenerativas”.

Preservar capacidad cognitiva. Este reciente descubrimiento hecho en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) fue publicado  muy recientemente (a principios de marzo de este año) en el Journal of Alzheimer’s Disease: el derivado vitamínico D3 puede ayudar a “limpiar” la llamada placa beta-amiloide relacionada con el deterioro de las células nerviosas que se produce en la enfermedad de Alzheimer. “La amiloidosis –explica el doctor Moisés Schapira– es una enfermedad generada por depósito de amiloide, proteína que al quedar acumuladas en lugares inadecuados comienza a perjudicar al órgano afectado. Si el amiloide se deposita entre las células nerviosas, estas ven obstruido su funcionamiento y se mueren, y este proceso, que se origina,  está relacionado con la génesis de la enfermedad de Alzheimer”. Aunque es menos frecuente, la amiloidosis puede producirse en muchos otros tejidos, como el corazón o los riñones.



Cuidar la masa muscular. La causa más común de sarcopenia (pérdida de masa muscular) en los adultos es la inactividad: “En este sentido –aclara Schapira–, la vitamina D puede llegar a tener un rol complementario. Debe destacarse que lo fundamental en el tratamiento de la sarcopenia es la  adecuada nutrición y una intensa  actividad física: creo que de ninguna manera, la vitamina D  puede reemplazarlas”.
Contra la depresión. También crecen las evidencias que ligan los estados depresivos en adultos mayores con bajos niveles de vitamina D, como lo señala un estudio  con más de 12.000 participantes (de 51 años en promedio) publicado en noviembre de 2011 en la revista Proceedings de la prestigiosa Clínica Mayo (EEUU), las personas con historial de depresión tienen mayores posibilidades de que el problema persista en la edad adulta si además se encuentran faltos de vitamina D.

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